domingo, 9 de octubre de 2016

Descubriendo mercados extranjeros

A lo largo de la película “¿Qué culpa tiene el tomate?”, visitamos a varios mercados hispanos de todo el mundo. Cada uno tiene un ambiente único con productos diferentes. El que me gustó más fue el mercado en Río de Janeiro, en Brasil por varias razones.
La escena empieza con los comerciantes preparando las casetas del mercado muy temprano en la mañana. El sol todavía no ha subido y los comerciantes ya están trabajando durísimo para estar listos para el día. Viajamos alrededor de la capital de Brasil, Río de Janeiro, para ver la montaña con el monumento al Cristo y la playa. La gente se relaja en la playa mientras las olas chocan contra la costa, produciendo un “WWWSSSSSSSSHHHHH” hermoso a las orejas. Cuando llegamos al mercado, las casetas están preparadas al punto que ya pueden empezar a poner los productos para los compradores. Primero, algunas casetas ponen hielo para que el pescado se mantenga fresco. Me imagino que huele como marisco puro.
Las calles del mercado ya están bien sucias con residuos de comida, pero no quita el ambiente que ofrece el mercado. El oído de los comerciantes portugueses, de todas razas diferentes, llenan el cuadro del mercado con negocios porque sus productos son mejores que los otros. La mayoría de los comerciantes son de origen africano, pero solo hay dos chicas blancas. Esto muestra un poco la demografía del mercado. Miramos a las casetas diferentes en el mercado preparadas con muchísimas frutas. Los colores de la fruta son como nunca he visto. Las frutas son pintadas con colores vibrantes como la sandía grandísima de verde lima y de rojo como sangre adentro. Este mercado no solo vende las sandías, sino también los mangos, los melones, las ciruelas, los plátanos, y verduras como lechuga, las remolachas, y las zanahorias. Me hizo tener hambre descubrir las frutas frescas y el sentido que trae la comida fresca. Algunos de los comerciantes cantan, danzan, y hacen chismes. Esto suma al sentido de comunidad entre los comerciantes del mercado. 

Sobre todo, me gustó este mercado en Brasil porque parecía muy divertido con un sentido de comunidad entre los comerciantes y los compradores. Me gusta que los comerciantes sean competitivos, pero todavía son amigables. Creo que es un ambiente muy importante para un mercado.

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